Entre ser escritor y ser arquitecto, una nostalgia
Me siento muy
agradecido con el Centro de Estudiantes de Arquitectura y la Coordinación de la
Carrera de Arquitectura en la Universidad Simón Bolívar (USB), por la gentil
invitación que me hicieron para participar en la Semana de la Carrera de
Arquitectura de este año.
Se trató de una
tertulia, acompañando a la sensible arquitecta Liliana Amundaraín y al siempre
admirable profesor Luis Miguel Isava. Ella aportó a la conversación un delicado
y hermoso ejercicio de lectura del cuento Las
babas del diablo, de Julio Cortázar (1959) y la contrastó, desde una
mirada al fenómeno de la traducción y la deriva por la ciudad, con la película Blow-Up, de Michelangelo Antonioni (1966). Por
su parte, Isava reflexionó sobre las dificultades de nuestra relación
existencial con el lenguaje, en tanto vivimos permanentemente la tensión entre
creer hacerlo y ser construidos por él, lo que nos exige un estado de
consciencia que pocas veces logramos alcanzar.
A ello se unió la
muy valiosa participación de los asistentes, cuyas preguntas y consideraciones
permitieron ampliar algunos aspectos y, sobretodo, prolongar un encuentro
cálido y motivador.
Ofrezco aquí el
ensayo que escribí especialmente para esta ocasión y que ayer comenté muy
brevemente, pues no logré llevarlo a una lectura de menos de 15 minutos (me
quedó de 25'). Luego incluiré la presentación que hice sobre Angostura, como
representación de un paisaje que, con nostalgia, recreo en mis palabras.
Comentarios
Publicar un comentario